En el mundo de los remedios
naturales es difícil encontrar una planta que tenga tanta presencia y tal
diversidad de aplicaciones curativas como el aloe vera. Esta planta es conocida y usada desde siempre y
se tiene constancia de su uso curativo
desde hace más de cuatro mil años. De hecho, en diversos textos
históricos que han llegado hasta nuestros días se hace referencia a esta
circunstancia. El más antiguo de ellos es el conocido como “Libro de los
Vedas”, que data de entre 1.700 y 1.100 a.C. En diversos pasajes del libro de
los vedas, considerado como el texto religioso hindú más antiguo, se hace
referencia a la planta del aloe vera bajo la denominación del “sanador
silencioso”, siendo común la creencia de que el aloe vera crecía en los
Jardines del Edén.
Detalle de planta de Aloe Vera |
Otras tantas apariciones
podemos encontrar en culturas y épocas muy diferentes, como demuestran las
tablillas de arcilla con escritura cuneiforme encontradas en Akkad, pertenecientes
a la civilización sumeria y en las que se relatan las propiedades laxantes de
esta planta.
La civilización egipcia nos
ha dejado copiosas muestras del uso del aloe
vera, siendo numerosos los papiros y pergaminos en los que se hace una
clara referencia a los usos medicinales y curativos de esta planta en el
antiguo Egipto, hasta tal punto que se consideraba que tenía poderes cuasi
milagrosos, llegando a considerar que el aloe
vera había sido regalada por los Dioses al pueblo de Egipto. Los egipcios fueron los primeros en aplicar y
difundir el uso del aloe vera con fines principalmente cicatrizantes y
cosméticos debido a los beneficios que esta planta produce en la piel humana.
Hasta tal punto su conocimiento formaba parte de la cultura egipcia que existen
pictogramas que representan la planta del aloe
vera en los monumentos funerarios de algunos faraones, y se cree que
Cleopatra y Nefertiti lo utilizaban regularmente como parte de sus tratamientos
cosméticos.
En el “libro egipcio de los
remedios”, un tratado de remedios medicinales datado alrededor de 1500 a.C., se
recogen varias formulaciones en las que es parte fundamental la planta del aloe
vera.
El aventurero e incansable
viajero Marco Polo conoció del uso del alo vera contra los males de estómago y
diversas enfermedades de la piel en la antigua China. Esta presencia de la
planta en esta cultura milenaria se debe en gran parte gracias a Fu Xi, primero
de los tres emperadores legendarios chinos. Fu Xi, que inició su reinado hacia
el 2852 a. C., fue un incansable observador de la naturaleza.
En la Grecia del Siglo V a C
fue Hipócrates, considerado como el padre de la medicina moderna, quien en sus
tratados dejó numerosas alusiones a las propiedades curativas del aloe vera,
fundamentalmente como cicatrizante de heridas, pero también como remedio
natural contra úlceras y otras afecciones cutáneas. Dioscórides ( Siglo I a.
C.) fue autor de la obra “De Materia Médica”, precursora sin duda de la ciencia
farmacéutica, alude en varias ocasiones a las propiedades de la planta del aloe
vera.
La obra de Dioscórides tuvo
una enorme influencia en la medicina del imperio romano, donde alcanzó una gran
difusión gracias a Plinio el Viejo, que utilizó en sus tratados numerosas
recetas de Dioscórides.
La difusión de los conocimientos
de Dioscórides, traducidos al árabe, son el vehículo para el conocimiento de
las propiedades curativas de esta planta, llegando a alcanzar una gran
presencia en la cultura musulmana, en la que por otra parte existen indicios de
que el aloe vera era utilizado ya por tuaregs y beduinos incluso antes del conocimiento de la obra de
Dioscórides. Del árabe procede también el nombre de la planta como ha llegado a
nuestros días. Ellos la llamaban “alloeh”, que significa amargo, en clara
alusión a su sabor.
En la cultura hebrea antigua
existe constancia del uso del aloe vera en los ritos funerarios: envolvían los
cuerpos en lienzos impregnados de sustancias aromáticas y aloe. Estos ritos
fueron heredados por los primeros cristianos. De hecho, el aloe aparece en el
Evangelio según San Juan (Juan 19:39) “Y Nicodemo, el que antes había venido a
Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de mirra y áloe como de cien
libras.”
Bajo la dominación musulmana
de la península el aloe gozó de una gran difusión, siendo la base para su
introducción posteriormente en Europa durante la Edad Media. Y se creía
erróneamente que fueron los franciscanos españoles que llegaron al Nuevo Mundo
los que introdujeron el uso del aloe vera entre los indígenas. Sin embargo el propio
Cristóbal Colón pudo observar cómo los pobladores de algunas islas caribeñas ya
usaban la planta del aloe vera con diferentes fines curativos, por tanto, esta
planta ya existía en el nuevo continente y no fue introducida por los
conquistadores, como se creyó durante mucho tiempo. Con todo, los jesuitas sí
tuvieron un papel primordial en la extensión del conocimiento y uso del aloe
vera al resto de las tierras conquistadas para el Imperio Español.
Hoy día, ya desde un punto
de vista científico, son ingentes los estudios que demuestran pragmáticamente
las propiedades curativas de esta planta en multitud de procesos y siguen
abiertas líneas de investigación que no descartan llegar a nuevas conclusiones
en un futuro no muy lejano y su consumo está extendido por todo el mundo,
existiendo infinidad de empresas encargadas de su cultivo, tratamiento y
comercialización. Tal como decíamos al
iniciar este artículo, pocas plantas o sustancias naturales conocidas tienen
tantas aplicaciones curativas como el aloe
vera, no es de extrañar que su uso se extienda cada vez más y que quien
haya podido comprobar los beneficios del su uso caigan rendidos a la evidencia
de la capacidad curativa del aloe vera.
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